Debajo de la Ciudad de México se encontraba Tenochtitlán, la capital de los aztecas, cuyas ruinas y otras reliquias continúan emergiendo hoy. Esto también ocurrió hace un año durante un terremoto: los temblores dejaron al descubierto una colosal escultura azteca con forma de cabeza de serpiente debajo de un edificio. La figura, de 500 años de antigüedad y aproximadamente 1,80 metros de altura, está casi perfectamente conservada; todavía se pueden ver restos de la pintura original: una verdadera rareza entre las esculturas aztecas, según informan los arqueólogos.
Antes de la llegada de los conquistadores españoles en el siglo XVI, la capital azteca, Tenochtitlán, era la ciudad más grande del Nuevo Mundo y una de las más grandes del mundo. Es posible que más de 100.000 personas hayan vivido en esta metrópoli durante el apogeo de Tenochtitlán. La ciudad fue construida sobre varias islas del lago de Texcoco y estaba conectada al continente por cinco calzadas. Alrededor del templo central y los palacios de los gobernantes aztecas había cuatro distritos con casas, talleres y templos más pequeños. Hoy el lago ha sido drenado y toda la antigua zona urbana de Tenochtitlán está cubierta por los edificios de la moderna ciudad de Ciudad de México. Esto dificulta las excavaciones, pero significa que las reliquias aztecas se descubren repetidamente por accidente, por ejemplo durante trabajos de construcción.
Terremoto deja al descubierto escultura azteca
Lo mismo ocurrió el 19 de septiembre de 2022: ese día un terremoto de magnitud 7,6 sacudió la Ciudad de México y causó grandes daños a edificios e infraestructuras. También se derrumbó un edificio en el centro histórico de la ciudad que alguna vez albergó la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de México. Después de un examen más detenido de los escombros, los arqueólogos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) de México descubrieron una estatua cubierta de arcilla antigua a una profundidad de 4,50 metros. La escultura de piedra medía 1,80 metros de largo, aproximadamente un metro de alto y pesaba 1,2 toneladas. Resultó ser una obra de arte de la época azteca; los arqueólogos estiman su edad en hasta 500 años.
Tras su recuperación y un examen más detenido, se descubrió que era una escultura colosal de la cabeza de una serpiente, con escamas finamente elaboradas, una boca y colmillos impresionantes. Ya se sabe por otros hallazgos que las serpientes desempeñaron un papel especial en la cosmovisión religiosa de los aztecas. El dios creador Quetzalcóatl solía representarse en forma de serpiente emplumada. Sin embargo, según la conservadora del INAH, María Barajas Rocha, la escultura de la serpiente es especial simplemente por su tamaño.
Residuos de pintura en el 80% de la superficie.
Pero aún más emocionante es el hecho de que gran parte de la pintura de la cabeza de esta serpiente se ha conservado. Debido a que la figura estuvo cubierta durante siglos con una gruesa capa de arcilla, los pigmentos que alguna vez aplicaron los aztecas permanecieron en el 80 por ciento de la superficie, informa Rocha. Las primeras investigaciones revelaron que eran predominantemente rojos, azules, ocres, negros y blancos. «Estos pigmentos son un ejemplo típico de la paleta de colores con la que los aztecas decoraban sus imágenes de culto y sus templos», explica Rocha. «Sin embargo, como estos tintes se obtuvieron a partir de materias primas minerales y vegetales, son muy frágiles».
Para proteger los pigmentos de la descomposición química y física, la escultura de la serpiente azteca se ha almacenado en una cámara climática especial desde que fue recuperada. “Nuestro objetivo es que la cabeza de serpiente pierda lentamente la humedad que ha absorbido a lo largo de los siglos”, explica Rocha. «Porque si la escultura se seca demasiado rápido, los restos de pintura pueden destruirse e incluso la piedra puede dañarse por grietas y sales cristalizadas». Por lo tanto, la serpiente azteca se almacena y examina en una habitación sellada con humedad controlada. Los investigadores analizan, entre otras cosas, los pigmentos y el material rocoso y examinan la ejecución de los trabajos de talla en piedra. Sólo cuando los preciosos pigmentos estén lo suficientemente estabilizados y protegidos, la colosal cabeza de serpiente azteca estará disponible para el público.
Fuente: Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH)