«¿Nos vemos en persona o tenemos una videollamada?» Esta pregunta permanecerá para muchos, incluso cuando el coronavirus se ha sumado a las filas de los patógenos endémicos. Las encuestas indican que muchos empleados quieren seguir trabajando desde casa. El gran inconveniente: la creatividad se resiente al hablar en pantalla. Melanie Brucks de la Universidad de Columbia y Jonathan Levav de la Universidad de Stanford llegaron a la conclusión en la revista «Nature».
En primer lugar, se pidió a unas 300 parejas de prueba que consideraran cómo usar un frisbee o un plástico de burbujas de la manera más inusual posible. Mientras la mitad de los interlocutores se sentaban frente a frente, la otra mitad se comunicaba por videoconferencia. Luego, los estudiantes evaluaron qué tan nuevas eran las ideas de los sujetos. En los encuentros digitales surgieron menos ideas, incluso menos creativas que las sugerencias generadas durante un encuentro real. Sin embargo, cuando se trataba de seleccionar la mejor idea, las videoconferencias eran lo mismo.
Para descubrir exactamente qué hacía que las personas sentadas una frente a la otra fueran más creativas, los investigadores de marketing amueblaron las salas del laboratorio con varios objetos más o menos inusuales. Cuando los participantes se sentaron juntos, miraron alrededor de la habitación con más frecuencia y pudieron recordar más detalles del entorno después del experimento. Cuanto más miraban a su alrededor y más objetos recordaban, más ideas creativas desarrollaban, informan los investigadores. En una videoconferencia, sin embargo, la mirada se centró más en la pantalla. Según Brucks y Levav, esto confirma la hipótesis de que la comunicación virtual estrecha el campo de visión, haciendo menos posible pensar «fuera de la caja».