Lla asistente de laboratorio Stephanie mira a través de su microscopio con concentración mientras perfora el óvulo con una aguja fina. En la pantalla junto a su lugar de trabajo, en el laboratorio del hospital universitario de Düsseldorf, el óvulo se puede ver como una esfera gris moteada. Usando una especie de joystick, controla la micropipeta e inyecta el esperma. Su cabeza de alfiler negra con flagelos que se retuercen se ve por un momento, luego desaparece en el óvulo. ¿Acaba de empezar una nueva vida aquí?
Cada niño concebido a través de FIV es un milagro para las parejas infértiles que no pudieron convertirse en padres de forma natural. Al igual que el primer bebé de la placa de Petri cautivó al mundo. Hace casi 45 años, la pequeña británica Louise Joy Brown apareció en innumerables portadas. Desde entonces, más de ocho millones de personas en todo el mundo le deben la vida a la FIV. En Alemania es ahora casi el tres por ciento de todos los niños nacidos, en Dinamarca incluso alrededor del seis por ciento.