La corriente en chorro, una “autopista del viento” que recorre todo el mundo en latitudes medias, tiene un impacto significativo en nuestro clima porque determina la trayectoria y la velocidad de las áreas de alta y baja presión en nuestras latitudes. Al mismo tiempo, se supone comúnmente que la corriente en chorro se verá afectada por el cambio climático: se volverá más ondulada y más lenta. Un estudio ha analizado hasta qué punto ha cambiado realmente la corriente en chorro en los últimos 40 años. Los resultados contradicen las teorías comunes porque el movimiento ondulatorio de la banda de viento no se desaceleró significativamente. Sin embargo, sus fluctuaciones muestran fluctuaciones estacionales y peculiaridades regionales.
La corriente en chorro, que recorre el planeta a una altitud de entre ocho y diez kilómetros, está provocada por las diferencias de presión y temperatura entre las distintas regiones de nuestro planeta. Como el aire cerca del ecuador es más cálido y menos denso que en los polos, en la troposfera superior surgen fuertes vientos que transportan el aire caliente hacia los polos. Debido a la rotación de la Tierra, se desvían hacia el este y circulan alrededor de la Tierra con vientos que alcanzan velocidades de hasta 500 kilómetros por hora. Dado que la corriente en chorro regula la distribución de la presión atmosférica, tiene una gran influencia en el clima. Un movimiento pendular estancado o particularmente lento y fuertemente oscilante de la corriente en chorro, por ejemplo, favorece olas de calor o períodos persistentes de fuertes lluvias en Europa, por ejemplo.
Teorías puestas a prueba
Las hipótesis más comunes sugieren que el cambio climático causado por el hombre podría ralentizar la corriente en chorro a medida que el calentamiento de las regiones polares debilita su fuerza impulsora. Se supone que las amplitudes de las olas en la zona de viento también pueden aumentar debido al cambio en la circulación atmosférica. «Muchas teorías parten de suposiciones sobre lo que podemos esperar de la corriente en chorro en el futuro, pero todas se basan en suposiciones muy idealizadas», afirma Georgios Fragkoulidis de la Universidad Johannes Gutenberg de Mainz. «Si bien las aportaciones de CO₂ tienen un impacto directo en el calentamiento global, en la circulación atmosférica se producen procesos caóticos».
Para saber en qué medida ha cambiado realmente la corriente en chorro hasta ahora, Fragkoulidis analizó para su estudio su evolución entre 1979 y 2019. Para ello utilizó datos del Centro Europeo de Previsiones Meteorológicas a Medio Plazo (ECMWF) y de la NASA. Fragkoulidis se centró principalmente en dos propiedades importantes de la corriente en chorro: ¿qué tan ondulada es y a qué velocidad fluye alrededor de la Tierra? «Si la corriente en chorro es muy ondulada, puede entrar en Alemania aire frío del norte o aire cálido del sur: aumenta la probabilidad de que se produzcan olas de calor o de frío», explica el investigador. Una corriente en chorro lenta se asocia con períodos prolongados de lluvia, calor o sequía.
Sin desaceleración hasta el momento
El resultado: “Muchas zonas del hemisferio norte experimentan una tendencia positiva en la amplitud de las olas en invierno, pero una tendencia negativa en verano. En otras palabras: la corriente en chorro se vuelve más ondulada en invierno y menos ondulada en verano”. Esto contradice las teorías habituales según las cuales las oscilaciones pendulares de la corriente en chorro no cambian según la estación. Fragkoulidis también señaló que los cambios en la corriente en chorro varían de una región a otra. En América del Norte se producen efectos diferentes a los de China o Europa. “Por lo tanto, no podemos dar una respuesta simple como ‘La corriente en chorro se está volviendo más o menos ondulada’; la cuestión es mucho más compleja”, resume Fragkoulidis.
En cuanto a la velocidad con la que las ondas de la corriente en chorro se mueven hacia el este, el resultado actual contradice hipótesis anteriores sobre la desaceleración de la corriente en chorro: “Aunque pueda parecer diferente: en el hemisferio norte, especialmente en Europa, la fase en la que la velocidad del chorro aumentó. En los últimos 40 años las olas no han cambiado significativamente”, informa Fragkoulidis. En el hemisferio sur, sin embargo, las olas se han acelerado significativamente desde 1979.
Bases para futuras investigaciones.
Los hallazgos constituyen la base para futuras predicciones sobre el futuro desarrollo de la corriente en chorro ante el cambio climático. «Los patrones observados en este estudio sugieren que las tendencias futuras en la circulación de la troposfera superior no serán necesariamente zonalmente simétricas u homogéneas», escribe Fragkoulidis. En futuros estudios también le gustaría buscar explicaciones a sus hallazgos y, por ejemplo, descubrir si el hecho de que la corriente en chorro sea menos ondulada durante los meses de verano ayuda a mitigar posibles condiciones climáticas extremas.
Fuente: Georgios Fragkoulidis (Universidad Johannes Gutenberg de Maguncia), Dinámica meteorológica y climática, doi: 10.5194/wcd-3-1381-2022