En un dinosaurio joven, los expertos probablemente pudieron detectar rastros de una infección respiratoria por primera vez. Un equipo dirigido por D. Cary Woodruff de la Universidad de Toronto encontró daños y adherencias en las vértebras del saurópodo, que murió hace unos 150 millones de años, en aquellas áreas de los huesos que bordeaban las vías respiratorias del animal. Como informa el grupo de trabajo en Scientific Reports, la mayor parte de la evidencia sugiere que los cambios son el resultado de una enfermedad análoga a la inflamación de las bolsas de aire en las aves modernas. La causa puede haber sido clamidia o moho del género Aspergillus; ambos continúan causando infecciones respiratorias similares a la gripe y ocasionalmente fatales en las aves en la actualidad.
Las partes del esqueleto encontradas en 1990 en el estado estadounidense de Montana -el cráneo y siete vértebras cervicales- probablemente pertenecían a un diplodocus dinosaurios relacionados. Su garganta estaba atravesada por un sistema de sacos de aire que se conectaban a los pulmones y formaban parte de un tracto respiratorio que podría parecerse al de las aves modernas. Por lo tanto, el grupo de trabajo utiliza sus enfermedades como comparación para determinar la causa del daño óseo. Ciertas enfermedades de cáncer en aves causan daño óseo, y el cáncer ha sido documentado en numerosas ocasiones en dinosaurios. Sin embargo, el equipo de Woodruff cree que esta es la posibilidad menos probable: por un lado, los tumores en los alvéolos de las aves son raros y, por otro lado, suelen causar daño a un hueso, no a varios.
Otra opción podría ser la inflamación no infecciosa de las vías respiratorias, como la inhalación de polvo o ceniza volcánica. Sin embargo, no hay evidencia de una erupción volcánica y, más allá de eso, la neumoconiosis es un modo de muerte tan raro en los animales salvajes que el equipo descartó esta variante por razones estadísticas. La última explicación posible del daño es la inflamación del saco de aire, una infección respiratoria causada por bacterias u hongos. Ambos son comunes en las aves modernas. La desventaja de esta explicación: en las aves modernas, tales infecciones causan casi exclusivamente daños en los tejidos blandos. Según el grupo de trabajo, los cambios óseos solo ocurren en casos raros en la tuberculosis, que es provocada por micobacterias. Sin embargo, lo que contrasta es que estos cambios parecen significativamente diferentes de los resultados en el dinosaurio de Montana.