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Desarrollada una «cápsula de llenado» vibratoria


Un supresor mecánico del apetito: los investigadores han desarrollado una cápsula electrónica que, tras su ingestión, provoca una sensación de saciedad mediante vibraciones en el estómago. En pruebas con cerdos, las cápsulas consiguieron reducir la ingesta de alimento en un 40%, fueron bien toleradas y se excretaron sin problemas. El concepto podría representar una alternativa terapéutica mínimamente invasiva a los medicamentos o la cirugía, especialmente para personas con sobrepeso severo. Gracias a la tecnología relativamente sencilla, las cápsulas también serían adecuadas para una producción en masa económica, afirman los desarrolladores.

Muchas personas pesan demasiado, pero para algunas esto adquiere formas patológicas: se estima que alrededor de 650 millones de personas en todo el mundo padecen obesidad. Esto se asocia con un riesgo significativamente mayor de sufrir una variedad de problemas de salud como enfermedades cardiovasculares, diabetes y algunas formas de cáncer. La obesidad puede tener varias causas, pero a menudo es causada por una ingesta excesiva y constante de alimentos. Las terapias conductuales para cambiar los hábitos alimentarios a menudo no tienen éxito: muchos de los afectados tienen dificultades para resistir las fuertes ganas de comer. En estos casos se utilizan fármacos que suprimen el apetito o incluso se realizan los llamados procedimientos quirúrgicos en los que se reduce la capacidad del estómago. Sin embargo, ambos enfoques conllevan efectos secundarios y son demasiado caros para muchos de los afectados.

¿Es posible activar el sistema natural?

En este contexto, investigadores dirigidos por Shriya Srinivasan del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) en Cambridge han desarrollado un concepto que se basa en un factor que regula la sensación natural de saciedad. Células especializadas detectan el estiramiento del estómago durante una comida. En cierto nivel, estos mecanorreceptores envían la señal al cerebro a través del nervio vago, que ahora es suficiente. A continuación se liberan sustancias señalizadoras y hormonas que favorecen la digestión y provocan una sensación de saciedad. Al mismo tiempo, también se reduce el nivel de la hormona que estimula el apetito.

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A Srinivasan y sus colegas se les ocurrió la idea de la cápsula vibratoria debido a investigaciones previas que encontraron que las vibraciones pueden hacer que los músculos sientan que se han estirado más de lo que realmente se han estirado. «Entonces me pregunté si también podríamos activar los receptores de estiramiento en el estómago mediante el uso de vibraciones para engañarlos y hacerles creer que hay un estiramiento fuerte», dice Srinivasan.

Para desencadenar este efecto, los investigadores utilizan una tecnología que actualmente se está desarrollando para otras aplicaciones en el MIT: cápsulas tragables que pueden realizar determinadas funciones en el cuerpo mediante unidades electrónicas. Para el objetivo de la aplicación actual, el equipo ha desarrollado una cápsula del tamaño de una preparación multivitamínica que contiene un elemento vibratorio alimentado por una pequeña batería de óxido de plata. Cuando la cápsula llega al estómago, los fluidos gástricos disuelven una membrana, completando un circuito electrónico que activa el motor de vibración. En la versión de prueba anterior duraba 30 minutos.

Una alternativa terapéutica mínimamente invasiva

Los científicos han estudiado hasta qué punto se puede conseguir realmente un efecto supresor del apetito en los cerdos. Inicialmente, los análisis de sangre mostraron que cuando las cápsulas comenzaron a vibrar en los estómagos vacíos de los animales probados, los investigadores notaron patrones de liberación de hormonas que normalmente se observan después de una comida. Luego, los investigadores probaron los efectos de este efecto sobre el apetito de los animales de prueba. Esto demostró que si la píldora se activaba durante unos 20 minutos antes de ofrecerles la comida, los animales comían en promedio un 40% menos que cuando la cápsula estaba inactiva en el estómago. El estudio también encontró que los cerdos no mostraban signos de estreñimiento ni otros efectos negativos debido a las cápsulas: éstas pasaban sin problemas a través del tracto digestivo y luego eran excretadas.

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«Existe un efecto intenso sobre la conducta alimentaria mediante el uso del sistema de saciedad natural en lugar de un agente terapéutico o una intervención exógena», resume el autor principal Giovanni Traverso del MIT. Por tanto, el sistema podría convertirse en una alternativa sensata a los enfoques terapéuticos actuales para la obesidad persistente. “Para muchas poblaciones, algunos tratamientos contra la obesidad son muy caros. Por otro lado, a gran escala, nuestro dispositivo podría producirse a un precio bastante asequible”, afirma Srinivasan. “En particular, las personas que quieran perder peso o controlar el apetito podrían tomar una cápsula de este tipo antes de cada comida”, afirma el científico.

Hasta entonces, sin embargo, es necesario seguir trabajando en el desarrollo: la tolerabilidad y eficacia del concepto ahora deben probarse principalmente en humanos, concluyen los investigadores.

Fuente: Instituto Tecnológico de Massachusetts, artículo técnico: Science Advances doi: 10.1126/sciadv.adj3003


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