Las malas palabras no solo suenan ofensivas, sino que también parecen socavar nuestra productividad. Un equipo dirigido por Richard Stephens de la Universidad de Keele en Newcastle llegó a esta conclusión. Si los sujetos huían durante una sesión de fitness, duraban más. Un total de 174 voluntarios trabajaron en dos experimentos. Debes decir una palabrota o una palabra neutra durante diez segundos antes de cada ejercicio. A algunos de ellos se les dio tanto la palabrota («joder») como un término neutral, mientras que a los demás se les permitió elegir ambos por sí mismos.
El fenómeno se conoce desde hace tiempo, pero ahora los expertos han encontrado una nueva explicación. Solo los participantes que se divirtieron con las palabrotas repetidas reforzaron las palabrotas. “Hemos mostrado varias formas psicológicas posibles en las que esto puede suceder. Todos ellos están relacionados con un menor autocontrol o dejarse llevar”, dice Stephens.Pero el humor, el lado divertido de las palabrotas, resultó ser el factor más importante.
De hecho, la llamada «inhibición del comportamiento» (alemán: inhibición del comportamiento) asegura que te abstengas de ciertos comportamientos tan pronto como se vuelvan incómodos, como un programa deportivo extenuante. Los psicólogos sospechan que la alegría desactiva este freno en el cerebro y así nos ayuda a superar nuestro umbral del dolor. Así que la próxima vez que digas malas palabras en el gimnasio, tienes una buena excusa lista: «¡Las palabrotas ayudan, está científicamente probado!»