Es difícil medir si las personas perciben su cuerpo de manera realista: esto requiere una forma de hacer visible la imaginación que surge ante el ojo interior. Un equipo de investigación del Reino Unido lo ha logrado mediante un proceso ingenioso. Como observó el grupo de Lara Maister de la Universidad de Ciencias Psicológicas de Bangor, el grado de distorsión de la imagen corporal depende, entre otras cosas, de la autoestima.
La psicóloga y sus colegas enviaron primero 500 pares de fotos de retratos generadas por computadora a 77 estudiantes: se les pidió que seleccionaran la foto que pensaban que se parecía más que la otra. Las imágenes seleccionadas se fusionaron luego en un «autorretrato» por computadora. Entonces, más de 100 personas intentaron asignar autorretratos a fotos de los retratos reales de los sujetos de prueba. Se las arreglaron para hacerlo mucho mejor de lo que cabría esperar por casualidad: los autorretratos aparentemente contenían algunas características aplicables.
Sin embargo, las imágenes mentales eran a veces más, a veces menos distorsionadas: «Cuanto mayor es la autoestima en términos de interacciones sociales, más precisos son los autorretratos», encontró el equipo. En otras palabras: cuanto más débil es la autoestima social, menos se parece el autorretrato a la foto real. Esto se aplica tanto a las caras atractivas como a las medianas y menos atractivas. E incluso la valoración de la propia personalidad falsificó el autorretrato mental: por ejemplo, aquellos que se creían extrovertidos veían más indicios estereotipados de extroversión en su rostro, independientemente de su apariencia real.
Cuanto más débil es la autoestima, más distorsionada es la imagen corporal
El segundo experimento se centró en la imagen del resto del cuerpo. En esta ocasión no solo se creó un autorretrato mental, sino también una imagen de una figura típica de mujeres u hombres de la misma edad. Además, se pesó a los sujetos de prueba y se les midió la cintura y las caderas.