vHace unos años, los médicos estadounidenses observaron un detalle aparentemente irrelevante en los archivos de 1425 pacientes con cáncer de ovario: algunas mujeres estaban tomando bloqueadores beta. Estos medicamentos se utilizan para tratar problemas circulatorios. Pero también parece haber tenido un impacto en la terapia contra el cáncer: los pacientes que tomaron algún tipo de betabloqueante vivieron en promedio ocho años después del diagnóstico, el doble que los que no lo hicieron.
Lo interesante de esta historia es cómo los investigadores llegaron a su descubrimiento. No habían examinado a las mujeres, no les habían dado nada, sino que simplemente habían evaluado los datos existentes. La información de que los bloqueadores beta podrían ayudar a tratar el cáncer estaba en los archivadores de los hospitales y en los discos duros. En 2018, médicos en Estonia mostraron lo que aún se esconde allí. Usando un programa de computadora, buscaron en los registros médicos electrónicos de los pacientes evidencia de los efectos secundarios que las personas habían experimentado en respuesta a los medicamentos. Los investigadores vincularon los datos con la información genética. Encontraron fácilmente mutaciones en el genoma que provocan efectos secundarios.