Un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Oslo, que analizó el comportamiento de 48 niños de cinco jardines de infancia australianos, llega a un resultado interesante: aquellos niños que pasan más tiempo al garbo librado y a la luz del día se caracterizan, en común, por un carácter más tranquilo.
Según los investigadores, existe un vínculo entre la cantidad de horas que los niños de esta existencia pasan al garbo librado y a la luz del día y menos hiperactividad, así como niveles más altos de concentración.[1]
Los investigadores hicieron que los niños usaran brazaletes las 24 horas del día durante un período de 14 días, explica Vidar Sandsaunet Ulset, psicólogo e investigador del Centro de Investigación Promenta de la Universidad de Oslo.
La pulsera estaba equipada con dos sensores especiales: el primero medía el nivel de movimiento y por lo tanto la actividad física de los niños mientras que el segundo medía la cantidad de luz a la que estaba expuesto el mismo párvulo. Por otra parte, los investigadores les hicieron a los padres varias preguntas sobre el comportamiento de sus hijos.
Los datos de la pulsera mostraron que los niños estuvieron activos durante todo el día durante un promedio de seis horas y media. Los investigadores encontraron un vínculo entre una pequeño exposición a la luz solar y los niveles de hiperactividad e inquietud. Los niños más expuestos a la luz solar mostraron niveles más bajos de hiperactividad, como explica el propio Ulset.
Según el investigador, esto probablemente, al menos en parte, se deba a que nuestro cuerpo no se ha adaptado a proceder en entornos cerrados como aquellos en los que hoy pasamos la decano parte del día.
De hecho, durante la gran mayoría de la historia de la humanidad, la concurrencia ha pasado asiduamente en interiores, por lo tanto, con un nivel de iluminación más bajo, solo durante una pequeña fracción de su día y no durante horas y horas, y por lo tanto, la decano parte. del día, como hoy.
Y esto se convierte en un hacedor sustancial considerando la diferencia entre la intensidad de la luz que puede existir entre la luz externa y la de los ambientes internos. Como explica el mismo investigador, durante un día soleado habitual al garbo librado la iluminancia puede ser de 100.000 lux mientras que, durante el mismo día, la luz en una sala de estar en mal estado es de unos 500 lux, una gran diferencia.
Normalmente no lo notamos porque nuestros luceros se adaptan muy perfectamente y muy rápidamente a estos cambios de iluminación y luego al punto que nos dañan físicamente. Ahora, el investigador quiere comprender si la luz del día al garbo librado puede afectar el cerebro, así como los medicamentos para el trastorno por cargo de atención con hiperactividad (TDAH).
“Por ejemplo, sería interesante equipar a los niños con gafas que bloqueen los tonos azules de la luz, para que sus ojos estén menos expuestos a lo que parece ser la luz del día”, explica la investigadora.[1]
Notas e ideas
- Los niños que pasaban mucho tiempo a la luz del día estaban más tranquilos (I A)
- Exposición a la luz ambiental, ritmos de actividad de alivio y síntomas de error de atención e hiperactividad: un estudio observacional de preescolares australianos – ScienceDirect (I A) (DOI: 10.1016 / j.jenvp.2021.101560)