El santo grial de la neurociencia es el mapeo completo del cerebro humano: la representación fiel de la maraña de células nerviosas, con las ramas de árboles de dendritas que brotan de ellas, y los axones mucho más largos que a menudo transportan señales de un órgano sensorial o otro una fibra muscular. El panorama general incluye los pequeños nódulos en las dendritas; aquí es donde están las sinapsis. Estos son puntos de contacto y cambio, conexiones vivas con otras neuronas.
Excavar esta arboleda hasta el nivel de las células individuales y presentarla espacialmente es una tarea gigantesca que, hasta hace poco, debió parecer una utopía. Recientemente, la joven rama de investigación de la conómica (del inglés connect por connect) pudo comprender mejor la interacción de las neuronas. Esto es posible con el uso de microscopía electrónica tridimensional. Las imágenes plásticas de grupos de células completos se pueden ensamblar a partir de imágenes de capas delgadas de muestras de tejido cerebral.
Debido a que el tejido cerebral humano fresco no es fácilmente accesible, generalmente solo después de la cirugía en pacientes con epilepsia, el ratón se utiliza como organismo modelo. La relación evolutiva entre el hombre y el roedor hace plausible la elección. En particular, el equipo de Moritz Helmstaedter en el Instituto Max Planck (MPI) para la Investigación del Cerebro en Frankfurt ha desarrollado experiencia en análisis conectómico en los últimos años.
¿Pero es solo un cerebro de ratón hinchado mil veces el número de neuronas en nuestra cabeza? ¿O el tejido nervioso humano se teje de manera diferente? Para responder a esta pregunta, el grupo MPI realizó una comparación detallada entre ratones, macacos y humanos.