Cada segundo, innumerables partículas llueven sobre la Tierra desde el espacio: protones, electrones, núcleos de helio, iones pesados, fotones y todos sus componentes de desintegración. Provienen del Sol, la Vía Láctea e incluso galaxias más lejanas. Objetos como restos de supernovas, púlsares y núcleos galácticos activos emiten partículas y rayos gamma con cargas increíblemente altas. Sin embargo, cuando las partículas cargadas interactúan con la luz y los campos magnéticos, pierden energía en su camino hacia la Tierra y se desvían. Esto hace que sea extremadamente difícil localizar su fuente en el espacio. En el análisis más completo jamás realizado, los expertos de la colaboración internacional HESS han obtenido nueva información sobre el origen de estas partículas. También encontraron electrones cósmicos y positrones cuya energía es de hasta 40 teraelectronvoltios. Esto es más de seis veces la energía a la que se aceleran las partículas en el Gran Colisionador de Hadrones del CERN, cerca de Ginebra.
Los resultados reportados por la colaboración en la revista especializada “Physical Review Letters” son interesantes por dos razones. Por un lado, se trata de los electrones y positrones cósmicos más energéticos jamás descubiertos. Por otro lado, las altas energías indican que estas partículas se formaron no muy lejos de la Tierra. Cualquier cosa que se esté acelerando tanto está, galácticamente hablando, en nuestra vecindad inmediata.
La detección de electrones y positrones con energías de varios teraelectronvoltios representa un desafío especial. Los instrumentos espaciales con una superficie de aproximadamente un metro cuadrado no pueden detectar una cantidad suficiente de estas partículas, que se vuelven cada vez más raras a medida que aumenta la energía. Sin embargo, los instrumentos terrestres, que detectan indirectamente la llegada de radiación cósmica a través de los enjambres de partículas que ésta genera en la atmósfera terrestre (la llamada radiación Cherenkov), se enfrentan al problema de que las numerosas partículas secundarias son difíciles de distinguir. l ‘el uno del otro. otro. El Observatorio HESS en Namibia utiliza cinco telescopios grandes y potentes para capturar y registrar la débil radiación de Cherenkov.