En 2019, dos investigadores polacos buscaron otras posibles influencias que pudieran promover la procrastinación antes de acostarse. Los dos científicos no encontraron una conexión significativa entre la ocurrencia del fenómeno y el lugar de residencia, el nivel educativo y el estado civil de los participantes (es decir, si vivían con su pareja o con hijos, por ejemplo). Sin embargo, las mujeres eran un poco más propensas a procrastinar que los hombres. Lo mismo ocurrió con los estudiantes frente a los sujetos de prueba que no estaban estudiando.
La falta de sueño puede tener graves consecuencias
Desde un punto de vista clínico, la procrastinación antes de acostarse no siempre es problemática. Solo si la persona en cuestión duerme muy poco debido a su comportamiento, el fenómeno puede tener consecuencias en la salud. Los efectos de una noche de sueño demasiado corta se notan más al día siguiente: te sientes apático y borroso, lo que significa que eres menos capaz de trabajar tanto física como mentalmente. Sin embargo, los efectos a largo plazo son aún más graves: la privación permanente del sueño puede provocar enfermedades cardiovasculares, obesidad, diabetes o depresión.
Los estudios también sugieren que incluso una pequeña falta de sueño puede dañar el sistema inmunológico. Los adolescentes también necesitan una noche de descanso lo suficientemente larga para que el cerebro se desarrolle adecuadamente. No dormir lo suficiente puede provocar problemas cognitivos a largo plazo. Además, la falta de sueño afecta la autorregulación, lo que puede aumentar aún más la tendencia a la procrastinación, un círculo vicioso.
Los estudios de China proporcionan evidencia de que la alta tasa de síntomas de depresión entre los estudiantes también puede estar relacionada con la procrastinación a la hora de acostarse. Según un estudio de 2020, las personas con síntomas de depresión tienen muchas más probabilidades de retrasar el sueño que las que no tienen síntomas. En particular, en el caso de síntomas depresivos severos, hubo una clara conexión con la procrastinación antes de acostarse.
Otro estudio chino de 2021 revela que el uso excesivo de teléfonos inteligentes juega un papel importante aquí y se correlaciona con los otros dos factores. Otro estudio del mismo año mostró que los estudiantes con «adicción a los teléfonos inteligentes» tenían más probabilidades de luchar contra la depresión y la ansiedad y tenían más probabilidades de posponer la hora de irse a la cama. Aquellos con poco autocontrol se vieron particularmente afectados.
Una buena higiene del sueño te ayuda a encontrar la paz más rápidamente
Entonces, ¿qué haces cuando el próximo episodio de la serie apunta a la noche o cuando llega una cantidad tentadora de mensajes de texto a tu teléfono celular? El objetivo no debe ser dormir al menos ocho horas por noche o acostarse siempre antes de la medianoche, escriben Kroese y sus colegas. Por el contrario, las intervenciones significativas deberían ayudar a los afectados a alinear su comportamiento con sus intenciones. En primer lugar, es importante darse cuenta de que acostarse tarde puede tener efectos negativos. Por ello, Kroese recomienda concienciar sobre las consecuencias de la falta de sueño para la salud y el bienestar. Aunque muchas personas informan que duermen muy poco por la noche y que a menudo están cansadas, por lo general no ven en irse a la cama una solución. Por lo tanto, es importante recordar a los afectados que incluso un cambio de comportamiento relativamente simple tendría efectos positivos.