El bioquímico Osamu Shimomura aisló por primera vez la proteína verde fluorescente (GFP) de la medusa Aequorea victoria en 1961.
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En los años siguientes, Shimomura se dedicó a estudiar la GFP y otras proteínas que desempeñan un papel en el brillo de las medusas.
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Gracias a las proteínas fluorescentes es posible marcar las estructuras de las células vivas. Esto es útil en la investigación de enfermedades (imagen: células de un osteosarcoma, un tumor óseo maligno).
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La estructura cilíndrica de las proteínas fluorescentes de la familia GFP es muy estable, una ventaja en el uso de laboratorio.
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Martin Chalfie (en la foto) recibió el Premio Nobel de Química en 2008 junto con Roger Tsien y Osamu Shimomura. En el Aula Magna de la Universidad de Estocolmo informó sobre el desarrollo de GFP como herramienta útil en el laboratorio de los biólogos celulares.
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El cerebro del pez cebra es un modelo importante en la investigación del cerebro (microscopía óptica).
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Las proteínas de diferentes colores nos permiten observar cómo crecen, se conectan y se ramifican las células nerviosas. El procedimiento se llama “Brainbow”, compuesto por las palabras inglesas Brain y Rainbow.
© Biblioteca de fotografías científicas/Institutos Nacionales de Salud
La nueva técnica permite una nitidez de detalle significativamente mayor en las fibras de imagen del citoesqueleto (azul) y las mitocondrias (amarillo) en comparación con, por ejemplo, la microscopía confocal.
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Stefan Hell, del Instituto Max Planck de Química Biofísica de Gotinga, desarrolló el llamado método STED y aumentó así considerablemente la resolución de la microscopía óptica.
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