UN.El entrenamiento mental parece una panacea. Debería ayudar con el estrés, el agotamiento, los miedos, las compulsiones, la depresión o el trauma psicológico y aliviar los síntomas de los pacientes con enfermedades crónicas e incluso con cáncer. Hay cientos de guías, aplicaciones y seminarios de sensibilización. Las compañías de seguros médicos recomiendan la formación. Cualquiera que dude de su eficacia puede inclinarse a decir: si no ayuda, tampoco duele. Por desgracia, este no es el caso. Investigadores de la Universidad de Brown en Estados Unidos demostraron recientemente que más de una de cada dos personas experimentan efectos secundarios desagradables del entrenamiento de la atención plena, que a menudo duran semanas.
Básicamente, el entrenamiento de la atención plena funciona así: intentas relajarte y concentrarte en el momento. Los pensamientos, sentimientos y sensaciones corporales se perciben pero no se evalúan. El objetivo es una aceptación benévola de la situación. Esto no significa resignación, pero puede ser un incentivo para desarrollar una actitud diferente o para cambiar el comportamiento. La conciencia se remonta al budismo. Con concentración e inmersión interior uno debería llegar a la sabiduría, la serenidad interior y el comportamiento ético. Basado en esta enseñanza, el biólogo molecular estadounidense Jon Kabat-Zinn desarrolló un entrenamiento de conciencia médica basado en la conciencia corporal, el yoga, la respiración y la meditación a fines de la década de 1970. En ese momento, la preocupación de Kabat-Zinn era ofrecer un tratamiento complementario a los pacientes con dolor crónico.