La fusión de galaxias es un proceso muy común en el universo. Aseguró que en los últimos 13.800 millones de años después del Big Bang, las enormes galaxias que hoy podemos observar se formaron mediante la fusión de muchas islas pequeñas del mundo. Cuando dos galaxias se fusionan, los dos agujeros negros centrales, extremadamente masivos, también se fusionan en sus centros. Ahora se podía observar una fusión inminente de dos agujeros negros activos en el universo joven cuando el universo había alcanzado sólo alrededor del 7% de su edad actual, y el corrimiento al rojo de los dos quásares era Por ejemplo = 6,05. Así lo informó el equipo dirigido por Yoshiki Matsuoka de la Universidad de Ehime en Japón.
La peculiaridad de estos dos objetos, sin embargo, es que son los quásares más alejados de nosotros y podemos observar cómo se fusionan. Son agujeros negros que existen ahora o hace 12.900 millones de años y acumulan enormes cantidades de materia. Como este no puede fluir directamente hacia los agujeros negros debido a la conservación del momento angular, se acumula en densos discos de gas y polvo alrededor de los agujeros negros. Estos se calientan mucho debido al rozamiento del material que hay en su interior y por tanto emiten grandes cantidades de radiación. Además, en ellos se crean fuertes campos magnéticos, que aseguran la creación de dos chorros de gas, en los que parte de la materia de los discos se acelera a velocidades cercanas a la velocidad de la luz. Tanto los discos de acreción como los chorros garantizan que los agujeros negros eclipsen significativamente a su galaxia anfitriona.
Con una edad de 12.900 millones de años, el doble cuásar pertenece a la época de reionización, que comenzó unos 50 millones de años después del Big Bang y duró hasta unos mil millones de años. Este período también se conoce como “crepúsculo cósmico”. Unos 400 millones de años después del Big Bang, la radiación de las primeras estrellas, galaxias y quásares ionizó el gas intergaláctico neutro, compuesto en gran parte por hidrógeno, haciéndolo transparente a la radiación. Sólo entonces el universo, hasta entonces oscuro, se volvió transparente y permitió la visión lejana.